Comentario
Durante los años en que los teóricos del nazismo prepararon la irresistible ascensión de Adolf Hitler, se fue perfilando una idea que pronto tendría amplia aceptación en las masas más fanáticas del pueblo alemán: la idea de que los judíos pertenecían a una raza inferior que debía ser extirpada de la faz de la tierra.
El 30 de enero de 1939, fecha en que se celebraba el sexto aniversario de la ascensión del Führer al poder, éste proclamó ante el Parlamento la siguiente profecía: "Si el judaísmo internacional (..) consigue comprometer a las naciones en otra guerra, el resultado no será un mundo bolchevique ni tampoco significará una victoria para el judaísmo; será el fin de los judíos en Europa".
Desde que las leyes de Nuremberg habían decretado discriminaciones de todo tipo contra los judíos de Alemania, el 15 de septiembre de 1935, éstos se vieron poco a poco despojados de todos sus derechos como ciudadanos, tanto en la escuela y en el trabajo, como en las sinagogas y en la calle.
"Así como la seta no puede penetrar en la madera hasta que ésta no se ha podrido, así el judío pudo introducirse a escondidas entre el pueblo alemán y traer el desastre sólo cuando la nación alemana, debilitada por la pérdida de sangre en la Guerra de los Treinta Años, empezó a pudrirse por dentro", había dicho el juez supremo del Partido, Walter Buch, facultado para ocuparse de los casos de corrupción y de calumnia dentro del partido nacionalsocialista.
Buch había escrito que las manos eran libres cuando se desencadenó el paroxismo de la persecución antisemita en la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938, conocida como la famosa "noche de cristal". A partir de esta fecha, el Gobierno nazi se entregó a un inmenso progrom en toda Alemania y empezaron las deportaciones en masa a Sachsenhausen, Buchewald y Dachau.
Adolf Hitler y sus colaboradores meditaron una solución más radical y definitiva sobre el "problema judío", y ya en junio de 1941 Reinhard Heydrich expresó a los comandantes de los grupos especiales que operaban en los países ocupados (Einsatzgruppen) que el judaísmo en el este fue la fuente del bolchevismo y en adelante tiene que ser destruido de acuerdo con los deseos del Führer.
Empezarían entonces las matanzas sistemáticas de judíos, incluidos millares de niños, en los países del este. Fue en la primavera de 1941 cuando, en los documentos y en las cartas, empezó a surgir la fórmula "solución final", que significaba exactamente la aniquilación sistemática del pueblo judío.
Reinhard Heydrich dictaba también las órdenes de cómo debían ser tratados los judíos seleccionados para el trabajo forzoso: "formados en columnas de trabajo, los judíos válidos, los hombres a un lado y las mujeres a otro, serán trasladados a las zonas del este para construir carreteras. No hace falta decir que una gran parte de esta gente será eliminada de manera natural por su debilidad física".
Rudolf Höss cuenta en sus memorias que en el verano de 1941 fue recibido personalmente por Himmler y que éste le dijo: "El Führer ha dado la orden de proceder a la solución final del problema judío. Nosotros, los SS, somos los encargados de llevar a cabo esta orden. A usted le incumbe esta tarea dura y penosa". Le exhortó, asimismo, a guardar silencio incluso ante sus superiores.
Con el fin de facilitar la muerte de millares de seres humanos, la RSHA organizó al principio los llamados camiones-fantasma, usados ya en 1940 para exterminar a los enfermos mentales de determinados hospitales psiquiátricos.
Se trataba de una especie de furgonetas totalmente cerradas que, al ponerse en marcha, desprendían monóxido de carbono en su interior. Estos Special-Wagen (coches especiales) sirvieron para asesinar a millares de judíos deportados del campo de Chelmno, cerca de Lodz; pero también fueron utilizados para exterminar a detenidos de otros campos que ya no eran considerados útiles para el trabajo.
Según cuenta Höss en sus memorias, pronto se consideró que esta medida era demasiado cara y que no rendía lo suficiente. Después de una inspección en Treblinka, Eichmann consideró que había que encontrar un nuevo método de destrucción, más asequible y más barato.
Así se pensó en el gas Cyclon B, un ácido prúsico que prepararían industrialmente los laboratorios IG-Farben. El primer campo donde se utilizó este gas mortal fue Belzec, en el distinto de Lublin. Le seguirían Birkenau, Treblinka, Sobibor y Maïdanek. La "solución final" era ya un hecho.
La conferencia de Wansee, celebrada el 20 de enero de 1942, planificó la aceleración de la solución final del "problema judío" en Europa. En el proceso de Jerusalén, en 1961, Eichmann confesó que durante esta conferencia se estudiaron con rigor los mejores métodos para exterminar a todo el pueblo judío que vivía en Europa.
De este modo, entre 1941 y 1944 perecieron seis millones de judíos. La solución final, se llevó a cabo con cálculo y premeditación, con todo tipo de medios técnicos y científicos y con la indiscutible complicidad de la gran industria alemana. Todos ellos participaron en la mayor matanza de toda la historia de la humanidad.
El 21 de marzo de 1933, Heinrich Himmler mandó una circular a todos los jefes de policía en la que anunciaba la apertura del campo de Dachau, a favor de la pacificación nacional y según el deseo de la población.
Poco después sería inaugurado el de Sachsenhausen.
En un principio, Dachau, situado en Baviera y no muy lejos de Munich, estaba destinado a los detenidos del sur de Alemania, mientras que los del este y noroeste eran enviados al de Sachsenhausen. Más tarde, con el envío masivo de deportados de los países ocupados, ya no se respetaría esta clasificación.